Tras los dos primeros meses de este proceso de búsqueda, llegué finalmente a abandonar la intención de encontrar algo.
El trabajo se transformó en permanecer en un estado de conexión: conmigo, con mi cuerpo, con mi creatividad, con mi fuerza y flujo energético, con mi entorno y mis necesidades diarias como cualquier persona (familia, pareja, amigos, trabajo, casa...)
Cuando iba al estudio esta conexión concretamente se basaba en Estar, en Mantenerla, en que no fuera engullida por el día a día y esta crisis de creación.
Entonces, un buen día comprendí eso de que “no es el mismo jardín el de la casa del empresario, que el de la casa del jardinero”.
Así que para la presentación que se me pedía a cambio de la cesión del espacio, opté por hacer algo que fuera lo más consecuente posible conmigo y a la vez, que supliera las expectativas del centro.
Por ello, planteé por un lado, una presentación escénica basada en una estructura compositiva que hablase sobre mi proceso personal durante esos meses en busca de la creación, y por otro lado, un coloquio con el público para hablar de lo que habían recibido de mi intento de comunicación en mi presentación, y más allá, de lo que para ellos personalmente significa crear.
